Los expertos dicen que estamos enfrentando una epidemia global de obesidad, siendo los niños la faceta más dañina del riesgo al que nos enfrentamos. La organización mundial de la salud (OMS) señala que la obesidad es el problema de salud pública más desatendido, y que afecta tanto a niños como adultos, en los paÃses desarrollados en como aquellos que están en vÃas de desarrollo. En 2008, la OMS informó que habÃan aproximadamente 500 millones adultos obesos en el mundo y aproximadamente 43 millones de niños con sobrepeso, datos que se han quedado pequeños ante los nuevos resultados que apuntan a que los problemas de sobrepeso afectan casi a la tercera parte de la población mundial, con unos niveles de mortalidad dignos de un guion hollywoodense al rondar los 3,5 millones de muertos solo en el año 2010.
En España la proporción de adultos con sobrepeso en los últimos años ha aumentado en términos generales, aunque su ritmo se ha ralentizado más de lo previsto por las proyecciones previas de la OCDE.
¿Por qué estas tasas de obesidad infantil preocupan a la comunidad médica? Porque los niños obesos tienden a convertirse en adultos obesos , con la consecuencia de mayor riesgo para enfermedades como la diabetes, enfermedades del corazón, hipertensión, accidente cerebrovascular o derrame cerebral y otras enfermedades crónicas. Existe preocupación de que la alta proporción de población con mayor riesgo de desarrollar estas enfermedades, la salud pública esté seriamente amenazada.
A nivel individual, estas enfermedades crónicas pueden tener consecuencias como una peor calidad de vida y muerte prematura incluso. En el plano social, esta epidemia tiene elevados costos financieros, asà como implicaciones sociales, porque las familias tendrán que manejar una carga de salud más pesada.
Medidas
¿Qué podemos hacer con estas tasas crecientes de obesidad? La respuesta tenemos que buscarla en la doble vertiente del problema, por un lado tenemos una situación conflictiva tanto en la calidad como en el tipo de comida que comemos y por otro lado la cantidad de energÃa que gastamos.
Primero tenemos que cambiar nuestra dieta y reducir la toma de alimentos de comida rica en grasas, alta energÃa. En América del norte, este tipo de alimentos es común y se sirve en porciones enormes. Tenga en cuenta que se debe mantener un balance entre la energÃa absorbida y la energÃa gastada en actividades fÃsicas, de lo contrario se genera un desbalance que nos termina conduciendo a problemas de obesidad.
Esto nos lleva a la segunda parte de las medidas que debemos tomar para contrarrestar la prevalencia de la obesidad. Nuestra sociedad en su conjunto se ha convertido en menos activos, más sedentario. Los niños nos dicen que se pasan horas viendo la televisión o jugando videojuegos u otras actividades que requieren poca energÃa. Necesitan más actividad fÃsica. Según los expertos los niños necesitan 150 minutos de actividad fÃsica vigorosa por semana, un llamado, en este sentido, a las consejerÃas de educación para asegurarse de que tomen en cuenta estas necesidades en la planificación de sus programas.
Lo mejor es llevar de la mano tanto la dieta como su nivel de actividad fÃsica, establecer normas para los miembros de su familias y animarlos a su cumplimiento. Los niños necesitan especialmente adoptar comportamientos saludables desde su más temprana edad. Este es un paso importante en la lucha contra la epidemia de obesidad.